SEGUNDA GUERRA PÚNICA 218-201 a.C.
(LA VERDADERA TERCERA GUERRA PÚNICA)
La Segunda Guerra Púnica es el más conocido de los enfrentamientos bélicos acaecidos en el marco de las Guerras Púnicas entre las dos potencias que entonces dominaban el Mediterráneo occidental: Roma y Cartago. La contienda se suele datar desde el año 219 adC, fecha de la declaración de guerra de Roma tras la destrucción de Sagunto, hasta el 201 adC en el que Aníbal y Escipión acordaron las condiciones de la rendición de Cartago.
Muerto Asdrúbal, asesinado por un esclavo galo, después de la fundación de Cartago Nova, le sucede Aníbal, que deseoso de combatir a Roma rompe el tratado de su tío y ataca Sagunto, colonia de origen griego. Roma envía una misión a Cartago con el fin de conseguir del senado cartaginés la destitución de Aníbal. Al no ser aceptada dicha petición comienza la denominada segunda guerra púnica.
Aníbal forma un ejército de unos 90.000 infantes, 12.000 jinetes y 37 elefantes y atraviesa el río Ebro en dirección a los Pirineos, dejando en Hispania a su hermano Asdrúbal al mando de unos 25.000 hombres.
Después de una épica marcha en la que tiene que combatir, a las tribus situadas al norte del río Ebro, a los galos, a las continuas deserciones de sus hombres y a las cuantiosas bajas sufridas en el paso de los Alpes, Aníbal logra llegar a la península Itálica con un reducido ejército de unos 26.000 hombres entre los que se encontraban unos 10.000 hispanos y 8.000 honderos Baleares. Atravesando el río Rodado, gracias a la pericia de los hispanos mandados por Annón, hijo de Amilcar al usar odres como flotadores, consiguen la victoria en la batalla de Tesino en el año 218 a.C.
Vencen nuevamente, al mando de Magón, en la batalla de Trebia, en la que el comportamiento de los íberos deteniendo el ataque frontal de los romanos y de los honderos baleares, lanzando sus piedras sobre los atacantes, consiguen inclinar, definitivamente, la batalla en favor de los cartagineses. Prosigue la marcha Aníbal, en el año 217 a.C. atravesando penosamente los pantanos de Etruria, manteniendo siempre en vanguardia a sus tropas íberas y libias y consigue una nueva victoria, en el lago Trasimeno, sobre el cónsul Flaminio. Llegado este momento, Roma comienza a verse en peligro, por lo que coloca en el consulado a Terencio Varrón quien provoca la batalla de Cannas. En esta batalla, 2 de Agosto de 216 a.C., fueron protagonistas fundamentales las tropas íberas y celtíberas que en un número de unos 9.000, amedrentaron a las tropas de Roma.
La batalla de Cannas se describe de la siguiente forma: Aníbal utilizó su forma clásica de combatir desplegando en forma de media luna y con la intención de ir cediendo en su zona central, compuesta de hispanos y galos, para luego envolver por la retaguardia con la caballería al enemigo. La verdadera batalla se produjo de forma violenta cuando la caballería celta del ala izquierda, en vez de ceder poco a poco, como era costumbre, para luego contraatacar y envolver a los romanos, se enzarzó en una lucha cuerpo a cuerpo, desmontados de sus caballos, hasta conseguir una victoria parcial sobre los romanos. Al mismo tiempo, la infantería hispano-gala aunque luchaba con valor, fue aniquilada por los romanos, rompiéndose la media luna y penetrando peligrosamente en el campo cartaginés. La rápida reacción ordenada por Aníbal al envolver a los romanos con sus alas africanas y de caballería celta, decidieron definitivamente el combate en favor de los cartagineses. Llegado este punto, Aníbal que perdió en la batalla posiblemente un tercio de sus tropas, se volvió prudente y no quiso dirigirse hacia Roma, acción muy criticada por su lugarteniente Maharbal diciéndole " Aníbal, sabes vencer, pero no sabes aprovecharte de la victoria".
Llegado el invierno, descansó con su ejército en Capua, a la espera de tropas de refuerzo que nunca fueron enviadas desde Cartago, por la clara animadversión de un senador, llamado Hannón, en contra de los Barca.
Aníbal solicitó a Asdrúbal, refuerzos de Hispania y éste emprendió el viaje atravesando también los Alpes y adentrándose en Italia, pero fue derrotado y muerto en la batalla de Metauro (207 a.C.), por lo que Aníbal quedó aislado en Italia y se dirigió al país de los Abruzos.
Entretanto, Escipión acabó la conquista total de la península ibérica con las tomas de Cartago Nova (209 a.C.), Gades (206 a.C.) y Menorca (203 a.C.). Propuso al Senado romano la conquista del norte de África y unido a Masinisa vence a los cartagineses en las grandes llanuras. Al verse Cartago en serios apuros, llama a su defensa a Aníbal, que se entrevista con Escipión y le propone la cesión de Baleares, Hispania, Sicilia y Cerdeña a lo que Escipión se niega. Se entabla entonces, la última gran batalla del general cartaginés, en la que con clara inferioridad, lucha hasta la extenuación y es derrotado en Lama, lo que supone el fin del imperio cartaginés que debe firmar una paz con unas condiciones humillantes que a la larga desencadenarían un rebrote de las hostilidades contra Roma.
La Segunda Guerra Púnica (218 -201 a. C.)
TERCERA GUERRA PÚNICA 149-146 a.C. (LA DE LOS LIBROS)
La Tercera Guerra Púnica fue el último conflicto militar entre Roma y Cartago, desarrollado entre los años 149 a 146 a.C., que se saldó con la completa destrucción de la ciudad y la venta de los supervivientes como esclavos, desapareciendo para siempre el estado cartaginés, cuyos territorios fueron absorbidos por Roma.
Pasa medio siglo en el que Cartago vuelve a recuperar parte de su antiguo esplendor y por consiguiente, vuelve a generar el recelo de los romanos y sobretodo de sus aliados Númidas, al mando del anciano Masinisa. Aprovecha éste la situación para iniciar las hostilidades y derrotar a los cartagineses. Se dirige Cartago a Roma, para que arbitre la situación surgida y aquella responde mandando un consejo formado por 10 senadores entre los que se encuentra Catón el censor, que al ver las riquezas de los cartagineses, instiga al Senado romano para dar la razón a los númidas y organizar la conquista de Cartago. Desembarcado el ejército romano en Utica se entrevista con los representantes cartagineses que ceden ante las imposiciones romanas y entregan sus armas. Viendo Marco Ceaseronio desarmados a los cartagineses, ordenó el abandono de Cartago por sus habitantes para proceder a la verdadera intención de Roma, que no era otra que la destrucción total de la ciudad. Sintiéndose engañados los cartagineses, se alzan en armas y llaman a su defensa a Asdrúbal, que se encontraba en Néferis con unos 30.000 soldados que llegados a Cartago se oponen a las exigencias de Marco en lo referente al abandono de la ciudad.
Comienza la tercera guerra púnica, que se limita a la heroica defensa de la ciudad de Cartago entre los años 149 al 146 a.C. y en la que Roma no consigue doblegar la resistencia de los cartagineses y no les queda más recurso que mandar a su general más destacado, Publio Cornelio Escipión Emiliano. En el año 146 a.C. Escipión toma Néferis y cerca definitivamente Cartago, iniciando posteriormente, el último asalto a la ciudad. Los 50.000 habitantes de la misma, consiguen salvar la vida, mientras que Asdrúbal con sus tropas se refugia en el templo de Esculapio, donde resiste varios días el ataque de los romanos.
Cuenta la historia que finalmente Asdrúbal, flaquea en sus fuerzas y se presenta sólo, en el campo romano, para firmar la paz, lo que aumenta la ira de los defensores, ante la traición de su jefe por lo que incendian el templo y se arrojan a las llamas antes de rendirse a los romanos. Acaban así, siete siglos de existencia de una ciudad como Cartago y esto marca el dominio definitivo del pueblo romano en el norte de África en contraposición de los intereses, meramente mercantiles de los cartagineses.
Con el final del imperio romano se abre una época de decadencia de la que se tienen muy pocas noticias. De este período podemos destacar el paso de los vándalos por la ciudad, el dominio visigodo, interrumpido en el 555 por la tropas bizantinas del Emperador Justiniano que, en su intento de recuperar los territorios que pertenecieron al Imperio Romano de Occidente, tomaron la ciudad y la convirtieron en la capital de la provincia de Hispana, que abarcaba parte del sureste peninsular, desde Málaga hasta la propia Cartagena. La ciudad caería nuevamente en poder de los visigodos tras ser conquistada y arrasada a principios del siglo VII. A partir de este momento, Cartagena desaparece prácticamente como ciudad.
Batalla de Maratón
Maratón en la actualidad
Fecha Septiembre, 490 adC
Lugar Maratón, Grecia
Resultado Victoria griega
Conflicto Fue una batalla que decidió el resultado de la primera guerra médica
Beligerantes
Atenas y sus aliados Imperio Persa
Comandantes
Temístocles
Milcíades
Calímaco
Datis
Artafernes
Fuerzas en combate
10.000 Atenienses
1000 Platenses
20.000 Persas
500 Barcos
Bajas
192 Atenienses muertos
11 Platenses muertos (Heródoto)
6.400 fuerzas persas muertas
7 Barcos capturas (Heródoto)
Temístocles
Temístocles (Atenas, 525 adC - Magnesia del Meandro, 460 adC), militar y estadista griego, figura clave en las Guerras Médicas y en la construcción de la armada ateniense.
Biografía
Hijo del extranjero Neocles y una esclava, ya de niño se le adivinaba un talento especial, pues pasaba el tiempo pensando en situaciones graves y políticas. Se le atribuye la frase: "Yo no sabré templar una lira o tañer un salterio; pero sí, tomando por mi cuenta una ciudad pequeña y oscura, hacerla ilustre y grande".
Muy pronto se dedicó a los negocios públicos, empezando a atraerse amistades y también enemistades, como la de Arístides el justo y Milcíades.
Fue nombrado arconte en el 493 adC, cuando estalló la Primera Guerra Médica. Temístocles creía que la Hélade no tendría salvación en caso de un ataque persa, si Atenas no desarrollaba antes una poderosa marina, y sus peticiones fueron escuchadas por la ciudadanía. De esta forma, fortificó el puerto de El Pireo, convirtiéndolo en una poderosa base naval, pero pronto alguien se opondría a esta estrategia. Era Milcíades, quien consideraba que los griegos debían defenderse primero por tierra, esperanzado en la supremacía de las largas lanzas griegas contra los arqueros persas.
Los atenienses decidieron poner en manos de Milcíades la situación, enfrentando así la invasión persa. La victoria de su rival en Maratón le causó dolores de cabeza, llegando a exclamar cuando le preguntaron por qué estaba tan demacrado: "es que la victoria de Milcíades me quita el sueño".
Después de la caída en desgracia de Milcíades, Temístocles tomó las riendas de Atenas, en preparación para una nueva guerra contra los persas. Temístocles consiguió materializar su plan original, y la flota ateniense se convirtió en la más poderosa de toda la Hélade. A pesar de que se tuvo que desalojar Atenas después de la derrota en la batalla de las Termópilas, logró llevar a cabo una brillante estrategia con la que venció en la batalla de Salamina. Posteriormente los persas serían derrotados definitivamente en Platea y Micala.
Después de la victoria, Temístocles se convirtió en el hombre más admirado de Atenas. Visualizó que Esparta era un peligro futuro para su ciudad, por lo que empezó a trabajar en fortificaciones. Como los espartanos denunciaron estas actuaciones, les envió embajadores, incluyéndose a él mismo, para ganar tiempo. En Esparta recibió la noticia de que los Muros Largos estaban terminados, y les dijo a los espartanos: "Los atenienses no os pidieron opinión para abandonar la ciudad a los persas y embarcar sus navíos. Y hoy tampoco necesitan vuestra autorización para fortificar su ciudad".
Esto hizo que los espartanos se enemistaran con los atenienses, y los miembros de Atenas que querían buenas relaciones con Esparta trataron de expulsarlo. Su figura había sido indispensable a la hora del peligro, pero Temístocles era muy inflexible y ambicioso para dirigir un estado en tiempos de paz.
Se le condenó al ostracismo, y cuando se supo de la traición de Pausanias, se intentó mezclar a Temístocles con el asunto, por lo que huyó del Ática antes de que lo enjuiciaran, permitiendo la corte a cualquier ciudadano poder darle muerte. Solo, se refugió en el único lugar que le abría las puertas, el Imperio Persa. Por ironías de la vida, el imperio rival aceptaba a cualquier político experimentado, incluso al causante de su anterior derrota.
Según la tradición, Temístocles se envenenó para no ayudar al rey de Persia en un nuevo intento de conquista de su patria, el año 460 adC.
Diferentes historiadores dan diversas fechas para su muerte. Por ejemplo Diodoro de Sicilia (Biblioteca Histórica XI, 54,4; XI 58,3) dice que su muerte ocurrió "cuando Praxiergo era arconte de Atenas" (Cronología Griega y Romana de Alan E. Samuel, Munich 1972, pág.206) lo cual se puede fechar entre 470-470 adC.
Milcíades el Joven
Milcíades II el Joven, también llamado el Maratonómaco (hacia 550-488 adC), fue un político y general ateniense de la familia de los Filaidas, arconte epónimo524 adC, gobernador del Quersoneso tracio, y estratego en el año 490 adC. de Atenas en
Milciades II el Maratonómaco
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Origen familiar
Era hijo de Cimón I el Viejo, un hijo de Esteságoras I. Hermano suyo fue Esteságoras II. El nombre de Milcíades es propio y se repite en la familia de los Filaidas, siendo el más renombrado el de Milcíades II, por su victoria en Maratón. Otro miembro de la familia fue Milcíades I el Viejo.
Su primer hijo, Metíoco, no fue fruto de su matrimonio con Hegesípila. Con ella tuvo a su segundo hijo, Cimón II, más recordado y conocido por la historia únicamente como Cimón.
Gobernador del Quersoneso tracio
Quersoneso Tracio
Gobernó como tirano del Quersoneso tracio, donde fue enviado, a bordo de un trirreme, en el 516 adC por Hipias e Hiparco, los hijos del tirano Pisístrato, para que se hiciese cargo de la situación en el Quersoneso, tras la muerte de Esteságoras, su hermano, sucesor de su tío Milcíades I (hermanastro de su padre Cimón I). Dos años después, en el 514 adC, Hipias e Hiparco fueron asesinados por Harmodio y Aristogitón .
El otro motivo por el que enviado, era el de asegurar el control de Atenas sobre los estrechos de la región (Helesponto) y que el suministro de trigo del Ponto pudiese llegar a Atenas sin problemas.
Tras su llegada, bajo el pretexto de guardar luto a su difunto hermano, se recluyó en su residencia. Allí acudieron los principales personajes del Quersoneso a darle el pésame, y a una orden de Milcíades fuero encarcelados y así eliminó la posible resistencia de los cabecillas locales. Controló el Quersoneso porque contrató a 500 mercenarios tracios y pudo erigirse en tirano al contar con apoyo tracio al casarse con Hegesípila I, una princesa tracia.
Campañas militares
Hacia el 500 adC, las islas de Lemnos e Imbros, conquistadas por los persas, las anexionó a sus dominios. Lemnos había sido conquistada en 512 adC por Ótanes, quien había nombrado gobernador militar a Licareto. Es curioso que ninguna fuente mencione la presencia de tropas persas en la isla.
Hay quien retrasa la conquista de Lemnos entre el 510 y 506 adC y que la cedió voluntariamente a los atenienses entre 496 y 493 adC, sin duda para intentar involucrar a Atenas en la sublevación jonia, a fin de contar con una buena acogida en Atenas en el caso -cosa que sucedió y es relatado infra- de tener que abandonar el Quersoneso, ante el mal cariz de las operaciones militares de los jonios contra Darío.
La incursión de los escitas motivó su marcha en el 495 adC. Ante el avance del rey persa Darío I, una vez había cruzado su ejército de Asia a Europa y ante la amenaza de ser atacados, los escitas se dirigieron al Quersoneso e intentaron convencer a los griegos de Jonia, encargados por Darío I de la custodia del puente, durante 60 días, que habían tendido los persas sobre el río Istro, a cortar el puente y a liberarse del yugo persa.
Milcíades propuso también a los guardianes del puente que no dejasen escapar la ocasión de liberar Grecia, ya que ante un posible fracaso de la invasión persa, los habitantes de Asia de origen griego se sublevarían contra los persas. Ante la negativa de la mayoría de los tiranos de las ciudades jonias de secundar el plan, y al recibir Milcíades, noticias de que los fenicios, aliados de los persas, se hallaban en Ténedos, Milcíades huyó y zarpó de la ciudad de Cardia con 5 trirremes y con sus riquezas, rumbo a Atenas. Mientras costeaba el litoral norte del Quersoneso con intención de cruzar el golfo de Melas, los fenicios se lanzaron al abordaje de sus naves, capturando un trirreme.
Milcíades consiguió refugiarse en Imbros con los otros 4 trirremes. Al mando de la nave capturada estaba Metíoco, el mayor de los hijos de Milcíades, y fue conducido a presencia de Darío I, quien en lugar de inflingirle ningún daño ni pedir rescate, le concedió todo tipo de bienes y una esposa persa con la que tuvo hijos que fueron considerados persas de pleno derecho. Por su parte, desde Imbros, Milcíades se trasladó a Atenas.
Darío I, ante el fracaso de la invasión de Escitia, depuso a Mardonio y nombró como generales a Datis y Artafernes para que atacaran Escitia y Atenas. A ésta, porque los jonios habían tomado Sardes gracias a la ayuda ateniense. Estos generales atracaron su flota en Eubea y conquistaron enseguida Eretria, deportando a sus habitantes al territorio asiático del Imperio Persa.
Regresó al Quersoneso hacia el 494 adC, una vez se habían retirado los escitas, vuelta que fue propiciada por los doloncos.
Regreso a Atenas
En el 493 adC, se vio obligado a volver a Atenas. Mientras tanto los persas habían desembarcado en una bahía en la Tetrápolis, la zona nororiental del Ática, a unos 40 km de al noroeste de Atenas. La bahía estaba protegida al norte de las peligrosas corrientes del estrecho de Eubea por el promontorio de Cinosura («la cola del perro»).
A dicha bahía daba una llanura de de unos 50 km de largo por 5 de ancho, que se extendía desde las estribaciones orientales del Pentélico. El terreno no era muy propicio para una batalla en la que se emplearan grandes efectivos, pues la llanura estaba dividida transversalmente por el torrente Caradro y en ambos extremos había zonas pantanosas, siendo la situada al norte impracticable. Se ha aducido que las razones que impulsaron a los persas a desembarcar allí fueron los consejos de Hipias, que pensaría poder repetir con la ayuda de los partidarios que tenía en la Diacria, el éxito de su padre Pisístrato al regresar definitivamente a Atenas. La perspectiva de que Hipias volviera a detentar el poder no disgustaba a ciertos sectores de las clases más humildes del Ática, que recordaban la atención que les había dispensado Pisístrato.
Cuando arribó Milcíades, sus enemigos políticos le hicieron comparecer ante un tribunal acusándolo, en virtud de una ley contra la tiranía, de haberla ejercido en el Quersoneso. Fútil pretexto, dado que la presencia de Milcíades en el Quersoneso había sido muy positiva para Atenas al asegurar el aprovisionamiento de cereales desde el Mar Negro. Las verdaderas razones debieron ser, posiblemente la oposición de un partido, entre los que estaban Temístocles y Arístides, frente a las demás facciones atenienses: los Alcmeónidas por su actitud no beligerante en la sublevación jonia; a los partidarios de los Pisistrátidas por el asesinato de su padre, Cimón I; y a los filopersas, en general, por haberse visto obligado a abandonar el Quersoneso.
Proceso que no prosperó y libre de cargos, (prueba de la inmensa popularidad de Milcíades en Atenas y el declive de la influencia política de sus adversarios) fue elegido estratego.
Batalla de Maratón
Él y los otros 9 estrategos encabezaron las tropas que se dirigieron a Maratón, ante la creencia de que, como los persas no habían ocupado los pasos montañosos del monte Pentélico, que conducían a la capital, no se proponían dirigirse desde Maratón a Atenas.
Los planes de los persas eran atraer a los atenienses a Maratón, pero no para librar una batalla definitiva, sino para alejar a los hoplitas atenienses de su ciudad, mantenerlos allí, y entretanto dividir sus propias fuerzas y con parte de ellas presentarse por sorpresa en Falero y, en connivencia con sus partidarios atenienses, dispuestos a entregarles la ciudad, apoderarse de Atenas. Es indudable que los persas contaran con partidarios en Atenas, ya que el «medismo» no era aún mal considerado como lo sería a partir de Maratón, pues muchas ciudades jonias, vasallas de Persia, eran muy prósperas.
Al vencer a los persas en Maratón, se le recordó en adelante con el sobrenombre de Maratonómaco y se le concedió el honor de que cuando se pintó en el pórtico (stoa) llamado Pecile, la batalla de Maratón, su imagen se representó la primera en el grupo de los diez estrategos, en actitud de arengar a las tropas.
Campaña de Paros
Situación de Paros
Aumentado su prestigio por la victoria en la batalla de Maratón, convenció a los atenienses de zarpar y atacar la isla de Paros en la primavera del 489 adC. Es posible que Milcíades, privado de sus posesiones en el Quersoneso, deseara imperar en otro lugar.
Atracó la flota ateniense en la bahía al norte de Paros. Se dirigió por tierra hasta la capital de la isla del mismo nombre, situada en la costa occidental, y exigió a los parios mediante un heraldo cien talentos (unos 2.590 kg de plata, cantidad exorbitante que permite pensar que, por estas fechas, la isla constituía el centro neurálgico del comercio insular de Mar Egeo) y que de no pagar los aniquilaría. Los parios, al amparo de la noche doblaron la altura de las murallas más expugnables.
Una noche tuvo lugar un incendio en un bosque. Los parios y los atenienses creyeron que los marineros persas estaban haciendo señales. Los parios abandonaron toda idea de rendirse y Milcíades ante la posible aparición de la flota persa hizo quemar las obras que cercaban Paros. Milcíades aconsejado por una cautiva paria, profanó durante la noche, el santuario de Deméter Tesmófora, con la esperanza de que los parios se desmoralizasen al enterarse de la profanación o de la desaparición de algún objeto sagrado (tal vez el robo del Paladio de la ciudad, estatua milagrosa de una divinidad que hacía invencible a la comunidad que la poseía. Al saltar precipitadamente el muro del templo se golpeó la rodilla, que le produjo una herida que se le infectó. Dado su mal estado de salud, emprendió la vuelta a Atenas tras 27 días de asedio, sin los cien talentos y sin haber conquistado Paros.
Proceso y muerte en Atenas
Los atenienses lo acusaron de traición y de ser sobornado por los persas para abandonar Paros. Milcíades, enfermo, por las heridas recibidas, fue defendido por sus amigos. El pueblo le absolvió de la pena de muerte, por su triunfo en Maratón y por la conquista de Lemnos, pero se le impuso una multa por un importe de 50 talentos (unos 1.295 kg de plata). Por no haber podido pagar esta multa al contado fue encerrado en prisión, muriendo después del juicio a causa de la pierna gangrenada. La multa de 50 talentos la haría efectiva su hijo Cimón.
En la acera izquierda de la Vía Sacra de Delfos se encuentran los restos de un exvoto ofrecido por Atenas en recuerdo de los fallecidos en Maratón, entre las estatuas estaba Milcíades, en este momento se deduce que ya estaba rehabilitado, por lo cual esta escultura debió donarse en torno al 460 adC, y no en el 490 adC, fecha de la batalla. El grupo escultórico fue atribuido a Fidias, realizado en bronce, compuesto por dieciséis figuras.
Calímaco
Calímaco fue un polemarco ateniense en el año 490 adC y uno de los comandantes en la batalla de Maratón.
Como polemarca, Calímaco tenía un voto en los asuntos militares junto con los 10 strategoi (los generales) tales como. Milcíades convenció a Calímaco que votara a favor de una batalla cuando los generales estuvieron indecisos sobre el asunto.
En la batalla de Maratón, Calímaco comandaba el ala derecha del ejército ateniense. Las alas derechas e izquierdas (el ala izquierda liderada por los platenses) rodearon a los persas después de una carga aparentemente suicida por la línea central. Aunque los griegos salieron victoriosos, Calímaco fue muerto en combate,
Datis
Fecha de nacimiento:
¿?
Fecha de su muerte:
posiblemente en 490 adC
Datos históricos relevantes:
General medo, comandante de las tropas
persas en la primera Guerra Médica
Padres:
Matrimonios:
Hijos:
Harmamitras y Titeo
Datis (¿-?) (en elamita Datiya, en persa antiguo Dâtiça) fue un general medo, comandante en jefe de la fuerza expedicionaria persa durante la primera Guerra Médica, que acabó con la Batalla de Maratón en el 490 adC.
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Contexto histórico
Hay muy pocos textos antiguos acerca de la vida del medo Datis, quien tuvo que ser uno de los generales más importantes del imperio aqueménida en el primer cuarto del siglo V adC. Nuestra fuente más extensa es el historiador griegoHeródoto de Halicarnaso.
En el 499 adC, los griegos del Asia Menor, más conocidos como jonios, se rebelaron contra el imperio aqueménida en la llamada Revuelta jónica. Los líderes pro-persas de las ciudades en rebelión fueron hechos presos, las guarniciones persas se vieron forzadas a rendirse y en el verano del 498 adC, Sardes, capital de la satrapía de Lidia, fue destruida. El rey persa Darío I envió ejércitos para suprimir la revuelta y finalmente, en noviembre del 494 adC, el último bastión rebelde, Mileto, tuvo que rendirse.
El rol de Datis en la rebelión
Heródoto no menciona a Datis, pero sabemos por una inscripción encontrada en Rodas que estaba presente. Capturó en el 495 adC la isla y ciudad que guardaban la entrada al Egeo. La inscripción es comparativamente reciente con los hechos, por lo que pudiera haber sido hecha a posterioridad por un patriota rodio que quiso de esta forma demostrar que sus ancestros fueron fieles a la rebelión griega, algo que Heródoto no nos cuenta.
En todo caso, si la inscripción es una falsificación, es una muy buena, porque sabemos por tablillas encontradas en Persépolis[1] que Datis estaba involucrado en la supresión de la revuelta. En febrero del 494 adC viajó a ver al rey desde Sardes a Persépolis utilizando el sistema de relevos de caballos (pirradaziš) a través del Camino Real Persa. Esto prueba que había estado en el oeste, por lo que es muy probable que dirigiera la acción naval contra Rodas el año anterior. Entonces es también posible que Datis comandara posteriormente la armada persa en la batalla naval de Lade el 20 de octubre del 494 adC, batalla que significó el inicio del asedio a Mileto y el fin de la revuelta jónica.
La primera Guerra Médica
En el 490 adC, el rey Darío envió una expedición al oeste. Aproximadamente 600 navíos construidos en Cilicia fueron puestos a la mar para transportar tropas a través del Egeo. Datis y Artafernes, hijo de otro Artafernes y sobrino de Darío, comandaban la expedición. Heródoto presenta esta expedición como una acción punitiva contra Atenas y Eretria por su apoyo anterior a las ciudades jonias rebeldes, aunque seguro que había otros motivos. Los persas pretendían el dominio del Egeo para así crear una zona de seguridad entre la Grecia continental y el Asia Menor. Era el mismo proyecto que años atrás había sido propuesto a Artafernes padre por el tirano AristágorasNaxos, la mayor isla de las Cícladas.
Los principales objetivos de la expedición fueron logrados. Los persas se adueñaron de las Cícladas, y específicamente de Naxos. Posteriormente tomaron la isla de Delos, un centro cultural del mundo griego. El dios Apolo, a quien los persas creían la representación griega de su propio dios supremo Ahuramazda, recibió un espléndido sacrificio de Datis en forma de 300 talentos de incienso. Más tarde, el 1 de septiembre ocuparon Eubea y su capital Eretria (cuyos habitantes fueron deportados a Elam).
Maratón
Los persas estaban listos para intentar su última misión, devolver el poder al antiguo tirano pro-persa depuesto de Atenas, Hipias. El 5 de septiembre desembarcaron en Maratón, a unos 25 km. al norte de Atenas. Los atenienses enviaron un ejército de contención para bloquear el paso pero se mantuvieron a la espera a distancia segura sin atacar a los persas, quienes pudieron saquear el territorio a placer durante cinco días. Los atenienses esperaban la ayuda de Esparta y los persas, alguna señal que indicara que los partidarios de Hipias habían incitado a Atenas a la rebelión. Finalmente, Datis y Artafernes decidieron abandonar Maratón la mañana del 10 de septiembre. Pretendían reembarcar a las tropas para dirigirse a Atenas por mar. Cuando ya la caballería estaba embarcada, el general ateniense Milcíades propuso el ataque inmediato contra las tropas que aún permanecían en tierra firme. Los griegos se lanzaron inesperadamente a la carga, y aunque al principio el frente poco profundo parecía desmoronarse por el medio de la línea de batalla, los flancos fueron capaces de ejecutar una maniobra envolvente, infringiendo graves daños y derrotando claramente a los persas.
Heródoto es nuestra fuente más extensa para la Batalla de Maratón. Sin embargo, es posible que la batalla no tuviera en el fondo tanta repercusión como nos dice. Fue sin duda una victoria clara griega, pero no dejaba de ser una acción en la retaguardia. Además, sabemos seguro que Artafernes no perdió el favor del rey tras Maratón, y es posible que Datis tampoco. Después de todo, el Egeo era persa, evitando así cualquier intento de ataque griego a las posesiones de Darío.
Otro historiador griego, Ctesias de Cnido, del que se desconoce su fiabilidad, asegura que Datis falleció en Maratón. Según Ctesias, los atenienses rechazaron devolver el cuerpo cuando fueron requeridos a ello por los persas. No hay manera de verificar o refutar esta teoría.
Datis tuvo dos hijos, Harmamitras y Titeo, quienes comandaron la caballería durante la expedición a Grecia de Jerjes I en el 480 adC, en la segunda Guerra Médica.
Artafernes
Artafernes (en griego Ἀρταφρένης, Artaphrenês) fue un general persa de principios del siglo V adC.
Sobrino de Darío I, era hijo del hermano de Darío, el sátrapa de Lidia llamado también Artafernes, que había participado en la represión de la revuelta jonia, encabezada por Histieo de Mileto.
Dirigió el ejército persa en la expedición de 490 adC contra Grecia, durante la primera guerra médica, conjuntamente con Datis, que dirigió la flota. Participó em la toma de Eretria, que fue totalmente destruida y cuya población fue deportada a Persia. Fue vencido poco después por Milcíades en la batalla de Maratón y hubo de retroceder. Participó en 480 adC en la expedición dirigida por su primo Jerjes I, pero con un rango visiblemente subalterno.
La batalla de Maratón, en griego antiguo Μάχη τοῡ Μαραθῶνος (Mache tou Marathonos), fue un enfrentamiento armado que definió el desenlace de la primera guerra Médica. Ocurrió en el año 490 adC y tuvo lugar en los campos de la ciudad de Maratón a pocos kilómetros de Atenas. Enfrentó por un lado al rey persa Darío I, quien deseaba invadir y conquistar Atenas por su participación en la revuelta jónica y por otro lado, a los atenienses y sus aliados. Una proeza recordada en esta batalla fue la de Filípides, quien recorrió el camino desde Maratón hasta Atenas para anunciar su victoria.
* 1 Referencias históricas
* 2 Trasfondo de la batalla
* 3 Fuerzas enfrentadas
* 4 Antes de la Batalla
* 5 Formación y composición de los persas
* 6 Formación y composición de los Griegos
* 7 El Combate
* 8 Después del Combate
* 9 Conclusión
* 10 Referencias
Referencias históricas
La fuente histórica principal de la batalla viene de Heródoto, que describe los acontecimientos en el libro VI, en los párrafos 102-117. Sin embargo, él nació algunos años después de la batalla, y se cree que escribió su libro después de la paz de Calias (449 adC-448 adC). Su estilo característico es el de embellecer acontecimientos maravillosos, que toma para ser decisivos en la batalla, por ejemplo cuando dice: “El dios Pan se le apareció a Filípides en su camino a Esparta”, “Hipias tiene un sueño en cuál prevé el desastre de los persas” o “un fantasma ciega al ateniense Epizelus durante la batalla”. El resto de las fuentes históricas importantes vienen a partir de las últimas épocas.
Trasfondo de la batalla
Mapa de la Campaña Persa. Linea marrón: la campaña de Datis y Artafernes; zona amarilla: vasallos de los persas; zona gris: estados neutrales y zona naranja: enemigos de los persas
En 511 adC, con la ayuda de Cleómenes I, el rey de Esparta, la gente ateniense expulsa a Hipias, tirano de Atenas. Hipias huyó a Sardes, a la corte del sátrapa más cercano, Artafernes, y le prometió el control de Atenas si lograban restaurarlo en el poder. Cuando Atenas exigió a Persia que entregara a Hipias para ser enjuiciado, los persas se negaron, lo que provocó que Atenas, en vísperas de la revuelta jónica (499 – 494 adC), enviara 20 naves en ayuda de los jónicos. La ciudad de Eretria también había enviado ayuda, aunque no sirvió de mucho ya que la rebelión fue subyugada. Esto alarmó a Darío, que deseaba castigar a las dos ciudades. En 492 adC, envió un ejército bajo el mando de su yerno, Mardonio, a Grecia. Empezó con la conquista de Macedonia y obligó a Alejandro I a abandonar su reino, mientras que en el camino al sur, hacia las ciudades-estados griegas, la flota persa fue arruinada en una tormenta en el cabo Athos, perdiendo 300 naves y 20.000 hombres. Mardonio fue forzado a retirarse a Asia. Los ataques de los tracios infligieron pérdidas al ejército persa en retirada.
Mapa de las regiones en la antigüedad, en amarillo: region donde se desato la revuelta
Creyeron que una victoria persa era inevitable y desearon probablemente asegurar una posición mejor en el nuevo régimen político que era seguir la conquista persa de Atenas. Darío, deseando aprovecharse de esta situación para conquistar Atenas, que aislaría a Esparta, conquistaría al resto de los griegos en el Egeo y consolidaría su control sobre Jonia. Para esto Darío pensaba en hacer dos cosas:
* Sacar al ejército y derrotarlo en campo abierto.
* Lograr la rebelión de la ciudad para rendirse a los persas.
Para esto envió exclusivamente fuerzas navales al mando de Artafernes, que fue el que hizo el trato con Hipias, y a Datis, un medio-almirante de Mardonio para que tomara por sorpresa la ciudad.
Fuerzas enfrentadas
Milcíades
Según Heródoto, la flota enviada por Darío consistió en 600 trirremes, mientras que, según Cornelio Nepos, había solamente 500. Las fuentes históricas no revelan cuántos transportes con exactitud envió. Según Heródoto, 3.000 naves de transporte acompañaron a 1.207 naves durante la invasión de Jerjes en 480 A.C. Stecchini estima que la flota entera abarcó 600 naves en conjunto: 300 trirremes y 300 transportes; mientras que Peter Green dice que había 200 trirremes y 400 transportes. Diez años antes, 200 trirremes no pudieron someter Naxos, así que una flota de 200 o 300 trirremes es quizás inadecuada para los tres objetivos. Heródoto no estima el tamaño de cualquier ejército. Del ejército persa, él dice que eran un ejército de infantería bien equipado. Entre las fuentes antiguas, el poeta Simónides, otro cercano-contemporáneo, dice que las fuerzas de la campaña contaban con 200.000; mientras que un escritor posterior, el romano Cornelio Nepote estima la caballería en 10.000 y 200.000 a infantería, de la cual solamente 100.000 combaten en la batalla, mientras que el resto fue cargado en la flota que redondeaba el cabo Sunión; Plutarco y Pausanias dan independientemente 300.000, al igual que el diccionario de Suda; Platón y Lisias afirman 500.000; y Justino 600.000. Los historiadores modernos también han hecho varias estimaciones. Kamporis ha observado, que las 600 naves eran buques de guerra y no cargueras, ya que los soldados no solo descendían, sino que una parte se quedaba a defender la flota misma para combatir en caso de contienda (típica táctica persa usada después de la batalla de Lade y durante la invasión de Jerjes), 18.000 es el número que se logra resolver. Pero puesto que la flota tenía naves de transporte, deben, por lo menos, haber llevado a la caballería persa. Mientras que Heródoto dice que llevaron a la caballería dentro de los trirremes, la flota persa había dedicado las naves para esta empresa, y según Éforo, la flota de la invasión de Jerjes fue acompañada por los 800 transportes 10 años más tarde.
Las estimaciones para la caballería están generalmente en la gama 1.000 - 3.000, sin embargo Cornelio Nepote da 10.000. Otros historiadores modernos han propuesto otros números para la infantería. Bengtson: 20.000 persas; Paul K. Davis: 20.000 persas; Martin Moerbeek: 25.000 persas; How & Wells: 40.000; Bussolt y Glotz: 50.000; Stecchini: 60.000 soldados persas en Maratón; Kleanthis Sandayiosis: de 60.000 a 100.000 soldados persas; Peter Green; 80.000, Meier: 90.000. Los eruditos que estiman unos números relativamente pequeños para las tropas persas opinan que el ejército no podría ser muy grande para caber en las naves. Después el ejército de Eretria, combinado con los atenienses y platenses podría emparejarlo, y ha se buscado posiblemente batalla fuera de Eretria. Naxos solamente registró 8.000 soldados griegos en el 500 adC y con esta fuerza se defendió con éxito contra la invasión persa de 200 naves 10 años antes. El tamaño del ejército ateniense es otro tema de discusión. Algunos historiadores recientes han dado alrededor 7.000-8.000, mientras que otros afirman que fueron 10.000. Pausanias afirma que no sobrepasó los 9.000, mientras que Justino y Cornelio Nepote dan 10.000 como el número de los atenienses.
Heródoto nos dice que en la batalla de Platea, once años más tarde, los atenienses enviaron 8.000 hoplitas mientras que otros al mismo tiempo fueron contratados como “epibates” a la flota que luchó más adelante en la batalla de Micala. Pausanias notó los nombres de los esclavos anteriores que fueron liberados a cambio de servicio militar tras la batalla. También es posible que los griegos no atenienses que residían en Atenas fueran reclutados, puesto que tenían obligaciones militares hacia Atenas en tiempos de gran emergencia (por ejemplo en 460 adC). Sin embargo, para Maratón, esto no es mencionado por ninguna fuente que haya llegado a nuestros días, y su número en Atenas no era tan significativo en 490 adC pues fue más adelante cuando Atenas se convirtió en cabeza de la liga de Delos.
Antes de la Batalla
Campos de Atica
Durante cinco días, los ejércitos se enfrentaban en forma pacífica, esperando progresos, con el ejército ateniense angostando lentamente la distancia entre los dos campos se fueron arrinconando hacia los árboles que cubrían sus lados contra los movimientos de la caballería, para así impedir su movimiento. El tiempo iba a favor de los atenienses; era probablemente el ejército persa el que decidía moverse primero. En el sexto día, cuando Milcíades era el general del prytanevon, posiblemente el 12 de septiembre o 12 de agosto de 490 adC los persas decidieron atacar Atenas. Los atenienses ya habían visto pelear a la caballería persa durante la revuelta jónica por lo que era esencial para los griegos evitar que los persas la usaran. Varios historiadores han supuesto que esto no era cierto, porque la caballería que había subido a las naves, no estaba en el campo de batalla sino rumbo a los muros de Atenas, por lo tanto existe un interrogante con respecto a si los persas usaron caballería o no en la batalla. Según Heródoto, por ese punto los generales habían decidido dar para arriba su dirección que rotaba a los generales del prytanevon a favor de Milcíades. Él eligió el día en que su tribu sería conducida para el ataque, quizás porque él deseó llevar la responsabilidad completa de la batalla. Decidió moverse contra los persas muy temprano por la mañana, pidió a dos tribus que formaran el centro de la falange, la tribu de Leontis conducida por Temístocles y la tribu de Antiochis que fue conducida por Arístides, la profundidad era de 4 filas, mientras que el resto de las tribus estarían en los lados con 8 filas de hombres.
La distancia entre los dos ejércitos era de 1.500 metros. A veces se podía escuchar el grito de guerra de los atenienses: Ελελευ! Ελελευ!” (Eleleu, Eleleu), esto fue una sorpresa para los persas que creyeron que los atenienses habían caído en locura por el combate. Es también una cuestión de discusión si el ejército griego funcionó en la distancia entera o marchó hasta que alcanzaron el límite de la eficacia de los arquerox en la “zona de guerra”. Los autores de la última opinión observan que es muy duro moverse con la pesada armadura de los hoplitas por lo tanto era algo imposible movilizar un ejército a esa distancia, aunque también se justifica ya que en esa época los soldados poseían una muy buena condición física, por lo tanto existía una posibilidad de que hubiese comenzado el ataque desde esa distancia. El trabajo del hoplita se había convertido, recientemente, en un deporte olímpico, o sea que si hubiera funcionado la distancia entera, habría sido cubierta en cerca de 5 minutos, mientras que si hubieran marchado, habría tomado probablemente 10, bastante tiempo para los persas de reaccionar, cosa que no hicieron.
Formación y composición de los persas
Inmortales, frescos del palacio de Dario en Susa, Irak.
Los ejércitos persas, que aunque estaban mayoritariamente formados por infantería, poseían gran cantidad de arqueros bien entrenados, dado que muchos de los soldados profesionales persas estaban obligados a saber tirar con el arco y la flecha, lo que los hacía capaces de desempeñarse en varios tipos de combate, sin embargo esto no significaba que fueran expertos en dichas disciplinas. Otro de los soldados que poseían era los Takabara, pero éstos eran mayormente utilizados para propósitos marinos. La infantería persa estaba compuesta por el Sparabara (infantería pesada con escudo); en ningún momento Heródoto menciona que hubiera una muralla de escudos persas, típica táctica persa para atacar, sin embargo, sí la describe en las posteriores batallas de Platea y de Micala. La táctica de los persas consistía en debilitar las líneas enemigas y desorganizarlas para terminar de exterminarlos en retirada con la ayuda de la caballería. La caballería (si es que estuvo o no) era utilizada de la manera tradicional: embestida en caso de carga y de un excelente cambio de golpes en campo cerrado, tenemos que remarcar que la caballería que utilizaban los persas era una de las mejores en su tiempo, ya que era reclutada en tierras como Armenia, Bactria, Sogdiana, regiones que se caracterizaban por el manejo y combate a caballo. Los ejércitos persas tenían generalmente tropas iraníes de élite, las cuales eran puestas en el centro de la formación. Heródoto confirma que éstos pusieron en orden al ejército persa en el campo de batalla.
Formación y composición de los Griegos
Dibujo moderno de una falange. Los hoplitas, a excepción de los Espartanos, realmente no fueron equipados tan uniformemente como se aparente porque cada soldado compraba su propio equipo y los adornaba en su criterio.
Dibujo moderno de una falange. Los hoplitas, a excepción de los Espartanos, realmente no fueron equipados tan uniformemente como se aparente porque cada soldado compraba su propio equipo y los adornaba en su criterio.
Representación de un hoplita, no todos eran iguales, ellos debían comprar sus propias armaduras, armas y escudos, los que podían pagar el equipo completo era colocados en las primeras filas de la falange y los que no eran colocados en las ultimas.
Representación de un hoplita, no todos eran iguales, ellos debían comprar sus propias armaduras, armas y escudos, los que podían pagar el equipo completo era colocados en las primeras filas de la falange y los que no eran colocados en las ultimas.
Durante la revuelta jónica la falange griega fue diezmada con el ataque de las flechas persas y aniquilada con la caballería. Milcíades tenía experiencia en el ejército persa, ya que fue testigo en una campaña en Escitia en el 513 adC. El ataque de los persas con arqueros hace creer que desorganizó a la línea principal de los griegos, sin embargo, Heródoto menciona que la formación de los griegos siguió el patrón normal, acatando las órdenes y destaca que en ningún momento se rompe la línea en la etapa inicial. Esto es apoyado por el hecho de que había pocas muertes en esa fase de la batalla. El centro griego fue reducido a cuatro filas, de las ocho normales. Las alas mantuvieron sus ocho filas. Si Milcíades hubiera deseado solamente extender la línea y evitar que la línea persa traspasase a los griegos, habría debilitado, uniformemente, el ejército entero para no dejar puntos débiles. Pero Heródoto categóricamente indica que era una decisión consciente para consolidar los lados, probablemente para tener una fuerza para derrotar los lados de los persas, de manera que al haber menor cantidad hubiera más lucha en un campo cerrado. El frente del ejército griego numeró 250 el × 2 (para las tribus de centro) más 125 el × 9 (para las tribus laterales y los Platenses) = 1.625 hombres. Si los persas tenían la misma densidad que los griegos y eran 10 filas fuertes, entonces el ejército persa se oponía a los griegos numerados en 16.000 hombres.
El frente tenía un ancho de 1,4 metros entre los soldados comparados a un metro para cada griego y tenía una densidad de 40 a 50 filas como parece ser el máximo posible para el ejército persa llano, incluso hubo lucha con 110 líneas, entonces el ejército persa se numeraba en 44.000 a 55.000. Las líneas persas contaban con 2.000 hombres por línea y poseían una formación de 30 líneas, lo que significa que el ejército contaba con 60.000 hombres. Kampouris sugiere que numeraban los 60.000, que desde entonces era el tamaño estándar de una formación persa.
El Combate
Las posiciones iniciales de las tropas antes del combate. Los Griegos (azules) levantaron sus alas para alentar las esquinas de su centro perceptiblemente más pequeño en una forma de C. La flota persas (rojo) estaba anclada en el este, y su ejerctio formo en linea recta. Esta gran distancia de los barcos desempeño un papel fundamental en la faces posterioes de la batalla.
Las alas de los griegos (azul) envuelven los flancos persas (rojos) mientras que su centro realiza un ataque en retrocezo que llena el vacio hecho por lo griegos.
Los griegos avanzaron de ambos lados retrasando el centro para formar las alas de ataque que, aunque con menos tropas, tendrían el espacio para enfrentar al ejército persa. Heródoto menciona que aunque la fila central retrocedió no se rompió. Sin embargo, las filas laterales no se rompieron puesto que las muertes totales eran bajas, y la mayoría fueron sostenidas durante la fase pasada de la batalla. El retratamiento griego en el centro, además de tirar de los persas adentro, también trajo las alas griegas hacia adentro, acortando la línea griega. El resultado era un envolvimiento doble y la batalla terminó cuando el ejército persa, apretado en la confusión, se vio obligado a retirarse. Sucumbiendo ante el pánico los persas se retiraron a sus naves que más tarde fueron perseguidas por los griegos. Los lados fueron dejados abiertos de modo que las filas persas se rompieran, puesto que incluso un ejército desesperado que mantuvo ventaja numérica después de que una batalla, no podría calmar a su victorioso enemigo. Algunos, desconocedores del terreno local, corrieron hacia los pantanos donde se ahogaron. Heródoto registra que 6.400 cuerpos persas fueron contados en el campo de batalla, y es desconocido cuántos fallecieron en los pantanos. También se mencionan siete naves persas capturadas y ninguna hundida. Los atenienses perdieron 192 hombres y los Platenses 11, más durante la persecución final cuando su armadura pesada probó ser una desventaja. Entre los muertos estaba el Polemarca Calímaco y el General Estesilao. Según Ctesias, Datis murió en la batalla, Heródoto, sin embargo, lo menciona vivo después de la batalla y que devuelve una estatua de Apolo a Delos que había quitado anteriormente su ejército, aunque él no lo menciona cuando el ejército vuelve a Asia.
Después del Combate
Estatua de Filípides anunciando la victoria de Atenas
Al finalizar la batalla, y sabiendo del ataque de la flota persa a la ciudad, Milcíades decide enviar a su soldado más veloz, el corredor Filípides, con ordenes de anunciar la victoria de Atenas en Maratón sobre el ejercito persa. La leyenda nos cuenta que Filípides recorrió el camino desde el campo de Maratón hasta Atenas, sumando alrededor de 42000 metros, al llegar a la ciudad anuncio ¡Hemos Vencido! y sin más fuerza cayó muerto. En homenaje a esta proeza se realiza el llamado “Maratón”, un recorrido de 40,8 kilómetros a trote, la misma distancia que recorrió Filípides.
Monumento en homenaje a la batalla de Maratón (Reconstruido)
Tan pronto como los persas vencidos se hicieron a la mar, las dos tribus del centro permanecieron para guardar el campo de batalla y el resto de los atenienses marcharon a Atenas. Un escudo había sido levantado sobre la montaña cerca del llano de la batalla, que era la señal de una revolución sobre el imperio persa o para que ellos se retiraran (según Heródoto). Artafernes, tuvo una oportunidad de desembarcar, sin embargo no lo hizo y regreso a Asia. Al día siguiente, el ejército espartano llegó, cubriendo los 220 kilómetros en solamente tres días. Algunos historiadores modernos dudan que viajaran tan rápido. Los espartanos llegaron a Maratón y se encontraron con que los atenienses habían obtenido una gran victoria frente a los persas. Esto produjo un gran trastorno para los persas que no habían sido derrotados en tierra durante varias décadas, ni siquiera por Samagetas ni por Escitas, cuyas tribus era nómadas, de esta manera se demostró la vulnerabilidad de los persas. Mucha gente sujeta al Imperio Persa se rebeló siguiendo la derrota de Maratón y el orden no fue instaurado hasta dentro de muchos años. Los atenienses concedieron a los muertos de Maratón el honor especial de ser los únicos que fueran enterrados donde murieron en vez del cementerio principal de Atenas en Kerameikos. En la tumba de los atenienses, Simónides escribió:
Ελλήνων προμαχούντες Αθηναίοι Μαραθώνι χρυσοφόρων Μήδων εστόρεσαν δύναμιν. Los Atenienses, defensores de los Helenos, en Maratón destruyeron al poderoso vestido de oro Meda.
La tumba fue excavada en 1880 por los arqueólogos alemanes. El equipo, sin embargo, no incluyó a ningún antropólogo, y por lo tanto no podían determinar el número de cuerpos en la tumba. El mismo equipo también encontró, en una zanja, un contenedor con una gran cantidad de huesos humanos precipitados y enterrados que fueron identificados como el lugar del entierro de los persas. Para los atenienses, la victoria dio confianza a la gente. Dos años más tarde se puso a prueba el Ostracismo y su primera víctima fue un amigo de Pisístrato.
Conclusión
Columna levantada en homenaje a Calímaco, caído en la batalla de Maratón
Maratón no fue una batalla decisiva frente a los persas, pero los llenó de preocupación e intranquilidad, ya que era la primera vez que los griegos derrotaban a los persas es campo abierto y su victoria los dotó con una fe por la que aguantaron tres siglos, durante los cuales la cultura occidental fue llevada. La famosa opinión de John Stuart Mill fue un acontecimiento más grande que la batalla de Hasting. Kampouris ve la batalla como falta de operaciones puramente marítimas, debido a sus debilidades inherentes. Algunos historiadores demandan que fue una maniobra al azar de Milcíades. ¿Cómo era Cannas antes de esta Batalla? En batallas hoplíticas, los dos lados eran generalmente más fuertes que el centro, porque cualquiera de ellos tenía el punto más débil (derecho) o el punto más fuerte (lado izquierdo). Sin embargo, antes de Milcíades y después de él, hasta Epaminondas) ésta era solamente una cuestión de calidad, no cantidad. Milcíades tenía experiencia personal del ejército persa y sabía sus debilidades. Pues su disciplina fue demostrada después en la toma de las islas Cícladas, él tenía una estrategia integrada sobre derrotar a los persas, por lo tanto no hay razón para que él no hubiera podido pensar en una buena táctica. El envolvimiento doble se ha usado desde entonces: el ejército alemán utilizó una táctica similar en la batalla de Tannenberg.
Heródoto menciona para varios acontecimientos a la fecha en el calendario lunisolar, del cual cada ciudad-estado griega utilizó una variante. El cómputo astronómico permite que derivemos una fecha absoluta en el calendario Juliano que fuera utilizado mucho por los historiadores como marco cronológico. August Böckh en 1855 concluyó que la batalla ocurrió el 12 de septiembre de 490 adC en el calendario Juliano, y ésta es la fecha convencionalmente aceptada. Sin embargo, esto depende de cuando Esparta llevó a cabo su festival y es posible que el calendario espartano fuera un mes anterior al de Atenas. En ese caso, la batalla ocurrió el 12 de agosto de 490 adC. Si la batalla realmente ocurrió en agosto, las temperaturas en el área alcanzan típicamente sobre 30 grados centígrados y hacen así que Maratón fuera un campo inestable.
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