domingo, 3 de febrero de 2008

EL CAMBIO DE FASE: DE TRAJANO (DACIA) A ADRIANO (LIMES)

Publio Elio Adriano, en latín Publius Aelius Hadrianus[2] (Itálica[1] , 24 de enero de 76 - Bayas, 10 de julio de 138) fue emperador de Roma desde el 11 de agosto de 117 hasta su muerte. Sobrino-nieto y sucesor de Trajano, perteneció a la tradicionalmente llamada dinastía Antonina o, según reciente propuesta, a la dinastía Ulpio-Aelia[3] .

1 Orígenes familiares
2 Infancia y juventud
3 Carrera bajo Trajano
4 Política militar
5 Política interior
6 La revuelta judía
7 Sucesión de Adriano
8 Bibliografía
9 Notas
10 Enlaces externos



Reinado
10 de agosto de 11710 de julio de 138
Nombre real
Publio Elio Adriano
Nacimiento
24 de enero de 76
Roma o Itálica[1]
Fallecimiento
10 de julio de 138 (62 años)
Bayas
Entierro
Castillo Sant'Angelo
Predecesor
Trajano
Sucesor
Antonino Pío
Cónyuge/s adriano
Vibia Sabina
Descendencia
Lucio Aelio VeroAntonino Pío(ambos adoptivos)
Dinastía
Dinastía Antonina
Padre
Publio Elio Adriano Afer
Madre
Domicia Paulina

Orígenes familiares
Adriano nació en una familia originaria de Itálica, en Hispania. Los antepasados paternos de Adriano, los Elios, se habían instalado en Hispania a finales del siglo III adC, poco después de la fundación de Itálica (que tuvo lugar en 206 adC), procedentes de la ciudad de Hadria, a la que Adriano consideró como "su segunda patria" (Vita Hadr., 18). Los Aelios, quizá importantes propietarios agrícolas, eran una de las más destacadas familias de la aristocracia romana en Hispania, y pertenecían al orden senatorial desde dos generaciones atrás. Su abuelo, Elio Marulino, había sido el primer senador en la familia; la Historia Augusta menciona también a un tío abuelo de sus mismos nombres como experimentado astrólogo, afición que heredó el futuro emperador (Vita Hadr. 1-2). Probablemente también por la línea paterna Adriano estaba emparentado con el futuro emperador Trajano: se cree que el abuelo de Adriano se había casado con una tía de Trajano[4] .
Su padre, Publio Elio Adriano Afer, sobre el cual los datos son muy escasos, fue, según el historiador Dión Casio[5] , senador y antiguo pretor; en un reciente estudio se ha concretado su ignorado destino como ex pretor: estaría al mando de una legión, como "experimentado general", entre los años 79-80 d.C.[6] . De la madre del futuro emperador, Domicia Paulina, se sabe sólo que procedía de Gades. Adriano tuvo una única hermana, mayor que él, Elia Domicia Paulina, casada con el futuro triple cónsul L. Julio Urso Serviano (Vita Hadr. 1), cuñado con el que mantuvo una duradera rivalidad, a pesar de haberle considerado ocasionalmente entre sus posibles sucesores (Dión Casio, 17, 3).

Infancia y juventud


Adriano perdió a su padre en el transcurso del año 85, o más probablemente, después de enero de 86[7] . Como sus tutores legales fueron designados otros dos italicenses: su tío segundo, Trajano, y el influyente équite Publio Acilio Atiano (amigo de la familia y del propio Trajano), que no tenía hijos y sería más tarde, durante el reinado de Trajano, prefecto del pretorio.
No hay información precisa acerca de la educación que recibió el joven Adriano, aunque en la Historia Augusta se apunta su temprano interés por la cultura griega, que le valió el sobrenombre de Graeculus ("grieguecillo").[8] A los catorce años, en 90, marchó o regresó a Itálica[9] , donde permaneció menos de un año, ya que en otoño fue llamado a Roma por Trajano, recientemente nombrado cónsul ordinario para el año 91[10] . En la capital, el joven Adriano continuó su educación e inició el cursus honorum. Probablemente en el año 94 desempeñó el vigintivirato, como uno de los decemviri stlitibus iudicandis, miembros de un tribunal que juzgaba casos civiles. Se sabe por el epígrafe de Atenas, que detalla el inicio de su carrera pública, que más adelante desempeñó también los cargos de praefectus Feriarum Latinarum y sevir turmae equitum Romanorum.[11] Sirvió por primera vez en el ejército como tribuno laticlavio de la Legión II Adiutrix, acuartelada en Aquincum, actual Budapest. Más tarde fue trasladado a la Legión V Macedonica, en el Danubio Inferior.[12] Viajó a Germania para llevar a su tutor, Trajano, la noticia de que Nerva, elegido emperador tras el asesinato de Domiciano, lo había hecho su hijo adoptivo. Excepcionalmente, Adriano fue nombrado por tercera vez tribuno, esta vez en la Legión XXII Primigenia, acuartelada en Moguntiacum (Germania). El 27 de enero de 98 falleció Nerva, y Adriano se desplazó a Colonia para anunciar personalmente a Trajano su ascenso al poder imperial, el 28 de enero del año mencionado.

Carrera bajo Trajano
Según informa la Historia Augusta, las relaciones de Adriano con su poderoso pariente no siempre fueron buenas: se menciona una disputa por culpa de los celos de los efebos del Emperador hacia el nuevo favorito[13] , cuya homosexualidad está atestiguada también en la obra de Dión Casio. Tras este incidente, Adriano recuperó su relación de amistad con Trajano gracias al apoyo decidido del rico y poderoso hispano (probablemente italicense de familia paterna tarraconense[14] ) y triple cónsul Lucio Licinio Sura, fallecido en 107-108 d.C., al cual el mismo Trajano, según el Epit. de Caesar. 13, 6, habría debido también el trono. El joven Adriano contaba igualmente con la protección de la emperatriz, Plotina, experta astróloga como él mismo, y a instancias de la cual contrajo matrimonio en el año 100 con otra sobrina nieta de Trajano, su prima Vibia Sabina. Este matrimonio redobló los vínculos de Adriano con la familia imperial.
Ese mismo año fue designado para el cargo de cuestor, como candidatus de Trajano. En los años siguientes, en todo caso antes del 112, formó también parte de algunos de los colegios sacerdotales reservados al orden senatorial, y concretamente a los VIIviri epulonum y los sodales Augustales[15] .
En 101, marchó con Trajano a Dacia, en calidad de comes Augusti, con motivo de la Primera Guerra Dacia. Sin embargo, no se mantuvo a su lado durante toda la campaña, sino que regresó a Roma, donde ejerció el cargo de tribuno de la plebe. Más tarde, en 105, regresó a Dacia para servir a las órdenes de Trajano, esta vez con el mando de una legión, la I Minervia, en la Segunda Guerra Dacia. Al término de la guerra, fue nombrado gobernador de Pannonia Inferior. Entre mayo y augusto del año 108 fue cónsul sufecto (junto con Trebatio Prisco), aunque es posible que permaneciera en su cargo de gobernador de la provincia hasta 109.
Hacia 110-111, viajó a Grecia. En Atenas conoció tal vez al filósofo estoico Epicteto, con quien le uniría en adelante una gran amistad. El contacto directo con la cultura griega causó a Adriano una gran impresión. Es posible que por entonces adquiriera la costumbre de dejarse la barba, inusual entre los nobles romanos, pero frecuente entre los griegos.[16] Su amor por la cultura griega queda patente en el hecho de que aceptara, en el año 111-112 el cargo de arconte honorífico, a lo que muy pocos romanos habían accedido con anterioridad y fue celebrado por la municipalidad de Atenas con el consiguiente epígrafe (CIL III, 550). Años más tarde, siendo ya emperador, lo sería también de Delfos, en dos ocasiones (años 126 y 129).
En 113, acompañó a Trajano en su expedición contra el Imperio Parto.
En época de las Guerras Párticas de Trajano, era gobernador de Siria. Tras la muerte de Trajano, la emperatriz Plotina aseguró que Adriano había sido adoptado como hijo por Trajano en su lecho de muerte. A pesar de que muchos dijeron que esto era una farsa, Adriano fue proclamado emperador de Roma. Su nombramiento fue inmediatamente seguido de la ejecución sumarísima de cuatro importantes excónsules, exponentes de las conquistas militares de Trajano. Estas ejecuciones, de las que Adriano siempre responsabilizó a su antiguo tutor, Acilio Atiano (Vita Hadr. IX), se llevaron a cabo sin el acuerdo previo del Senado, y provocaron un distanciamiento entre el emperador y la vieja asamblea. Esto pudo marcar la política imperial subsiguiente, que fue dirigida en el sentido de ampliar la base de apoyo del Principado en detrimento de Roma, mediante el contacto directo del emperador con las elites provinciales, en oposición a la vieja política del mantenimiento de Roma como ciudad imperial y hegemónica.
Quizá tuviera también algo que ver con ello el que Adriano, a diferencia de muchos emperadores anteriores, no quisiera ostentar el consulado ordinario más que dos veces, ambas seguidas y al comienzo de su reinado: en el primer semestre de 118, teniendo como collega a su sobrino, el barcinonense Cneo Pedanio Fusco Salinator sr., y, en el primer cuatrimestre de 119, junto con L. Dasumius Hadrianus, otro posible pariente, esta vez de los Dasumii italicenses[17] .

Política militar



Muralla de Adriano


Adriano estaba contra la política de conquistas emprendida por Trajano, por lo que sus primeras medidas como emperador tendieron a abandonar definitivamente cualquier tentativa de preservar las conquistas inseguras realizadas por su predecesor en su última expedición contra el Imperio Parto. Conquistas éstas que el propio Trajano había sido forzado a abandonar tras una serie de reveses militares. Favoreciendo una política de defensa pasiva, Adriano también abandona parte de las conquistas de Trajano en Dacia, actual Rumanía, cediendo a los sármatas la planicie del Bajo Danubio y concentrando la ocupación romana en la región de Transilvania, protegida por la barrera natural de los Cárpatos. Según Dión Casio, también ordenó la demolición del puente construido por Trajano sobre el río Danubio, como forma de evitar una invasión de las provincias danubianas a partir de Dacia. En un intento por proteger las demás fronteras del imperio, mandó construir un gran número de fortificaciones, entre ellas la Muralla de Adriano, situada entre Inglaterra y Escocia.

Política interior



Denario de Adriano.


Fue un gran admirador de la cultura griega, siendo uno de los responsables de la propagación del helenismo del mundo antiguo. Hizo grandes viajes por el imperio, realizando obras y mejorando las infraestructuras y la economía de las provincias.
Ordenó la construcción del Panteón de Roma, reconstruido sobre otro previo, mucho menor, erigido por Agripa, pero manteniendo la fachada arcaica con el nombre del antiguo benefactor. La construcción estuvo a cargo de Apolodoro de Damasco, quien fue muerto por orden del Emperador hacia el año 130. En Tívoli mandó edificar su villa imperial: la villa de Adriano es una de las más famosas construcciones romanas; en ella se representan diversos lugares del mundo.
Fue un emperador viajero y, por donde pasaba, levantaba ciudades, construía calzadas, erigía monumentos. Estos monumentos tenían un significado político: su construcción generalmente significaba una alianza en pie de igualdad abstracta entre Roma y la ciudad donde se construían. Así, mandó terminar la construcción de un gigantesco templo a Zeus en Atenas, el "Olympieion", cuyo principio se remontaba a la época del tirano ateniense Pisístrato en el siglo VI adC. El resultado de estas construcciones fue organizar un barrio al modo romano de urbanizar, de manera que él pudiera igualarse al fundador mítico de Atenas, Teseo. Esta Atenas "romana" estaba separada de la antigua ciudad por un pórtico en la entrada, en el que había inscrito: "Esta es la ciudad de Adriano, y no la de Teseo". Esta reelaboración de la legitimidad política en torno, no a la ciudad de Roma o de su Senado, sino a una cultura helénica común, que presagiaba ya en cierta manera al Imperio Bizantino, permitió al historiador francés Paul Veyne comparar a Adriano con un Nerón bien sucedido. Esta política encontraría su mayor contestación entre un pueblo que había opuesto históricamente la mayor resistencia a esta matriz cultural griega: Judea. Para muchos historiadores el gobierno de Adriano fue la era Dorada del imperio romano por entontrarse su periodo entre los conflictivos tiempos de los primeros emperadores y la decadencia del imperio ante las invasiones bárbaras de los siguientes emperadores.

La revuelta judía
Artículo principal: Rebelión de Bar Kojba
Los judíos se reunieron preparando una nueva revuelta contra el elemento greco-romano. La revuelta estalló cuando Adriano mandó reconstruir Jerusalén, destruida por Tito en el año 70, como una ciudad griega. Esto fue considerado por los judíos como una profanación de su ciudad por los extranjeros. De hecho en todos los sitios surgían estatuas, baños públicos, centros ruidosos de vida profana. Durante el final del reinado de Adriano, un movimiento armado anti-romano sacudió el interior de Judea, mandado por el rebelde mesiánico que vendría a ser conocido por el nombre de Simón bar Kojba (el Hijo de la Estrella).
En cuanto Adriano supo del levantamiento de los judíos, ordenó que las legiones de las provincias vecinas atacasen a los judíos y los destruyesen. No se sabe con certeza si Adriano participó activamente en la guerra judaica ni en qué medida, lo que sí es cierto es que esta guerra fue larga, cruenta y terrible, durando más de dos años. Los judíos fueron acorralados poco a poco en sus refugios subterráneos de las montañas, donde fueron diezmados. Los sobrevivientes fueron vendidos como esclavos. El ejército romano sufrió tal desgaste que Adriano eliminó de sus despachos militares al Senado la fórmula usual de apertura: El Ejército y el Emperador están bien. Roma decretó la expulsión de los judíos de Jerusalén, que fue reconstruida como ciudad griega pasando a llamarse Aelia Capitolina.[18]
En el emplazamiento del Templo se erigió la estatua de Zeus y junto al Gólgota donde fue crucificado Jesús se levantó un templo dedicado a Afrodita. Se eliminó la antigua provincia de Judea redefiniéndose sus limites y creando la provincia de Syria Palaestina, forma de intentar apagar la memoria de la presencia judaica en la región, cambiándola por el nombre de sus más antiguos habitantes, los Filisteos. Por eso en el Talmud, esta revuelta siguió siendo llamada "la guerra del exterminio". De hecho, por más que la diáspora judía empezara siglos antes de Adriano, es la narrativa sobre la guerra judaica la revestida de características legendarias. La guerra eliminó cualquier posibilidad de renacimiento de un judaísmo como expresión puramente política y no sólo religiosa y cultural, situación que se perpetuaría hasta el surgimiento del sionismo en el siglo XIX.


El Panteón, restaurado en época de Adriano

La sucesión de Adriano fue complicada. En principio había pensado adoptar como hijo y sucesor a uno de sus muchos antiguos favoritos (como el adolescente griego Antinoo), y a veces instaba a sus amigos a proponerle los mejores nombres (Dión Casio, 17, 3); pero, tras la muerte prematura y repentina el 1 de enero de 138 d.C., de su heredero designado e hijo adoptivo (en opinión de algunos posible hijo natural de Adriano) Lucio Ceionio Cómodo (rebautizado a mediados de 136 como Lucio Elio César), Adriano, ya con poco tiempo (se dice que conocía la fecha de su muerte), decidió adoptar al probo senador Titus Aurelius Fulvus Boionius Arrius Antoninus, que de emperador vendría a ser conocido como Antonino Pío. Le impuso la condición de que adoptase a su vez, como hijos y sucesores, al sobrino de su mujer y pariente de Adriano, Marcus Aurelius Verus, de la gens Annia bética (nieto del triple cónsul M. Annius Verus), el futuro emperador Marco Aurelio, de apenas 17 años (al que llamaba el Verissimus: Dión Casio, 21), así como al hijo del fallecido Lucius Ceionius, Lucio Vero II, de sólo 7 (su posible nieto natural según la citada hipótesis), que vendría a ser co-emperador junto con Marco Aurelio. Los tres tuvieron que pasar legalmente, junto con todos sus bienes, a la gens Aelia, la de Adriano, obligados mediante una lex adoptionis, lo que demuestra el interés de Adriano en continuar la dinastía hispana iniciada por Trajano, y en mantenerla dentro de las estirpes béticas[19] . Para este propósito Aurelio Antonino presentaba las ventajas de estar estrechamente ligado al "clan bético"[20] , así como de haber perdido algún tiempo atrás a sus dos hijos varones.
Mientras tanto, Adriano, una vez muerta su hermana, ordenó ejecutar, u obligó al suicidio, a sus dos parientes vivos más próximos: a su cuñado, el nonagenario consular Serviano, del que desconfiaba por creer que buscaba la sucesión imperial para su nieto Cn. Pedanio Fusco Salinator, y a éste mismo. Esta decisión agravó mucho más el distanciamiento entre Adriano y el Senado, que a su muerte intentó invalidar todas sus disposiciones, lo que fue impedido por Antonino. Ésta es la causa más plausible de que fuera llamado en adelante con el epíteto de Pius, especialmente utilizado entre los romanos para las manifestaciones de piedad familiar.
Poco después de la triple adopción formal, que tuvo lugar el 25 de febrero de 138, Adriano murió en efecto, el 10 de julio de 138, a los 62 años de edad, retirado en la villa imperial de Baiae, cerca de Nápoles, tras padecer los grandes sufrimientos que Serviano le había augurado antes de morir, que le llevaron incluso a querer quitarse la vida varias veces ("consumido por una miserable muerte", dice el Epitomador, 14,8). Tras reposar en otros puntos, sus restos fueron depositados en el enorme mausoleo que, a semejanza del de Augusto, pero de un tamaño mayor, se había hecho construir en el lado opuesto del Tíber, conocido como Mausoleo de Adriano y más tarde como la fortaleza papal de Castel Sant'Angelo, junto con los de la emperatriz, su odiada Vibia Sabina (a la que, según el Epítome, 14.8, forzó al suicidio) y su fallido heredero. Allí serían enterrados posteriormente los demás miembros de la dinastía Ulpio-Aelia. El emperador viajero y evergeta murió, como dice Dión Casio (27, 2), "odiado por el pueblo, a pesar de su excelente reinado, a causa de los asesinatos que había cometido al principio y al final de su reinado, que habían sido cometidos de forma injusta e impía".
Junto a otras muchas habilidades y conocimientos, tras los apuros pasados en su juventud por culpa de su acento provinciano Adriano llegó a alcanzar gran destreza en el uso del griego y del latín. Dejó escrita una Autobiografía, cuyos reflejos quedan en la Historia Augusta y en algunas otras fuentes, y, según dice Dión Casio (cap. 3), "una variedad de escritos en prosa y composiciones en verso", de los que se nos ha conservado un único poema, redactado en su lecho de muerte: Animula, vagula, blandula, al que dio fama imperecedera la magistral recreación biográfica de Marguerite Yourcenar.


Dacia (provincia romana)
Localización de la provincia Dacia (en rojo) en el Imperio Romano.

Dacia es una antigua región europea, cuyo territorio coincide con Rumania y Moldavia, delimitada al norte por los Cárpatos y al sur por el Danubio.
Los griegos los denominaron getas mientras que el nombre latino era el de dacios. Se supone que provenían de los tracios.




Localización de la provincia Dacia (en rojo) en el Imperio Romano.
Anexionada en:
107
Emperador romano:
Trajano
Capital:
Sarmizegetusa
Fronteras (provincias):
Moesia y Panonia (sur)Territorio incivilizado (resto)
Correspondencia actual:
Rumanía





Influencia romana en azul, influencia de los dacios libres en rojo (aproximativo y variable)

1 Conquista romana
2 Ordenación territorial
3 Recursos naturales
4 Repoblamiento y colonización
5 Descubrimiento de las antigüedades romanas

Conquista romana
En el 87, Domiciano decidió enviar a su prefecto y jefe de la Guardia Pretoriana, llamado Cornelius Fuscus para castigar y conquistar a los dacios con cinco o cuatro legiones (entre éstas la V Alavdæ), las cuales fueron emboscadas y derrotadas en Tapae (cerca de la actual Bucova). En tal combate pereció el mismo Fuscus. Fue tras esta victoria que Dirpanneus, transliterado como Dirpaneo (como hasta entonces le llamaban los romanos), trocó su nombre por el de Dekebal cuyo significado sería: "fuerte como diez (hombres)"
En el 88, Tettius Iulianus comandó otro ejército romano que fue nuevamente derrotado en la zona de Tapae; casi al mismo tiempo los germanos se rebelaron en la frontera del Renvs (Rin) y para frenarlos el Imperio Romano debió distraer fuerzas desde la Moesia, fuerzas que estaban hasta ese momento encargadas de reprimir a los dacios. Ante tal coyuntura los romanos se vieron forzados a comprar la paz a los dacios mediante el pago de importantes sumas de dinero en forma de tributo, incluso debieron los romanos enviar ingenieros y arquitectos para embellecer y fortalecer la capital dacia en Sarmizegetusa (tratado del año 89). La situación humillante para los romanos duró hasta que el hispánico Trajano accedió al título de emperador en el 98; éste inmediatamente dispuso una serie de muy bien concertadas campañas militares que expandieron al Imperio Romano hasta su máxima extensión.
Diupanneo-Decébalo fue entonces derrotado por los romanos quienes invadieron la Dacia luego de la tercera batalla de Tapae ocurrida en el 101 sin embargo los romanos habían impuesto un rey títere ("cliente") para los dacios bajo "protectorado" romano; tres años luego Decébalo destruyó nuevamente a las tropas romanas establecidas en la Dacia y entonces los romanos se vieron obligados a enviar enormes refuerzos.
Luego de un prolongado asedio a Sarmizegetusa y una larga guerra, los romanos conquistaron Dacia. Tras ser capturado y aprisionado por los soldados romanos Diupanneo-Decébalo se vio obligado al suicidio en el año 106.
El emperador Trajano la convirtió en una provincia romana tras las victorias obtenidas en las campañas conocidas como Guerras Dacias, que tuvieron lugar en el periodo comprendido entre (101-102) y (105-107).

Ordenación territorial
La ordenación territorial de la nueva provincia fue definida sólo en el 117 por el emperador Adriano.Renunciando a algunas franjas del territorio conquistado por su predecesor, Adriano dividió la zona en dos provincias: Dacia Inferior y Superior (más o menos correspondientes a Oltenia y Transilvania, de las cuales en el 159 se separó una tercera unidad administrativa en el norte, la Dacia Porolisense, pasa´ndose a llamar las otras dos Dacia Apulensis y Dacia Malvensis, con un gobernador al frente, antes de reunificarse, en el 168, en una provincia única bajo Marco Aurelio.
Las subdivisiones se hacían en función de la eficiencia defensiva: más bien contrario a la política expansionista de Trajano, Adriano se dio cuenta de los delicados problemas surgidos con la nueva adquisición territorial que, penetrando en el territorio bárbaro más allá del límite natural del Danubio, corría el riesgo de convertirse en una zona de tensión, más que en una refuerzo de las posiciones romanas en los Balcanes. Además, como consecuencia de su posición geográfica, la provincia seguía descentrada respecto de las arterias del tráfico del Imperio.
La capital fue Sarmizegetusa inicialmente llamada Ulpia Traiana y fundada como colonia a 30 km al norte del oppidum dacio.Otras ciudades se desarrollaron gradualmente en torno a los emplazamientos militares: en la Dacia Superior, Apulum, Napoca, Potaissa, Porlissum, en la Dacia Inferior, Romula y Drubeta.

Recursos naturales
La sal y el oro se encontraban fácilmente y en tal cantidad que, después de conquistar Dacia, Trajanus suprimió los impuestos en todo el Imperio, porque sólo el rendimiento de las minas de oro de Transilvania bastaba para cubrir los déficits de los presupuestos. El geto-dacio fue un pueblo que nunca emigró de la Dacia, aun después de las constantes invasiones que sufrieron debido a la riqueza de esta región.

Repoblamiento y colonización
Por este conjunto de circunstancias, Dacia, no quedó como una avanzada de frontera, sino que requirió una colonización intensa, que fue incentivada por el gobierno. Una fuente tardía habla de innumerables colonos llegados de todo el Imperio.Una rica documentación epigráfica confirma que la provincia tenía una población cosmopolita: rubios de ojos azules .
El proceso de colonización duró 165 años. La destrucción de las ciudades dacias y la reconstrucción según el modelo romano y la introducción del latín como lengua oficial aceleraron el proceso de romanización y de cristianización. En las ciudades, los veteranos de guerra contribuyeron igualmente a la difusión de la cultura de la civilización romana.
TABLA CRONOLÓGICA 2000 a.C. Los geto-dacios se establecen en la región cárpatodanubiana- póntica. 1000 a.C. Los escitas invaden la región. 900-500 a.C. Los geto-dacios se esparcen en la región, ocupando de esta manera un territorio más amplio. 521-486 a.C. Reinado en Persia de Darío I. 514 a.C. Darío I invade y derrota a los geto-dacios. 339 a.C. Kothelas, rey de los getas, cede a su hija Meda en matrimonio con Filipo II, rey de los macedonios. 336-323 a.C. Reinado de Alejandro Magno. 106 335 a.C. Alejandro Magno derrota a Sirmo, rey de los getas. 300 a.C. Los geto-dacios forman dos reinos: el del bajo Danubio, gobernado por Dromicaites; y el de la Dobrogea, con Zalmodegikos como su rey. 292 a.C. Lisímaco, rey de la Tracia y ex general de Alejandro Magno, emprende una fallida expedición militar en contra de Dromicaites. 148 a.C. El reino de Macedonia se convierte en provincia Romana. 82-44 a.C. Reinado de Burebista. 70 a.C. Burebista cuenta con un ejército de 200,000 hombres. 48-38 a.C. Reinado de Coson. 44 a.C. Julio César muere asesinado así como lo es Burebista más tarde este mismo año. 32-28 d.C. Reinado de Dicomes y Comiso. 68-87 d.C. Reinado de Duras Durbaneus. 69-85 d.C. Los geto-dacios invaden Moesia. 87-106 d.C. Reinado de Decébalo. 89 d.C. Los romanos, bajo el mando del general Tettius Julianus, derrotan a los geto-dacios en 107 Tapae y luego fueron vencidos en Panonia por los germanos. 98 d.C. Trajanus es nombrado emperador de Roma. 101 d.C. Trajanus derrota a los getodacios en Tapae. 102 d.C. Los romanos vencen a los geto-dacios en Sarmisegethusa y el reino geto-dacio pasa a incorporarse a la clientela del Imperio Romano. 106 d.C. Trajanus derrota a los getodacios y Decébalo se suicida. 107 d.C. Roma anexa a la Dacia en calidad de provincia. 249-251 d.C. Reinado del emperador Decio en Roma. 270-275 d.C. Reinado del emperador Aureliano en Roma. 271 d.C. Aureliano derrota a los godos en el Danubio y decide abandonar la provincia de Dacia. 271-272 d.C. Evacuación militar y administrativa de Dacia hacia Moesia. S. IV Cristianización

Descubrimiento de las antigüedades romanas
Las antigüedades romanas de Transilvania fueron los primeros testimonios arqueológicos de Rumania que suscitaron interés en época moderna.La historia de los estudios tuvo inicio en el siglo XV, cuando la región en parte pertenecía la reino de Hungría . Las ruinas de Sarmizegetusa, aún visibles, surgían a poca distancia del castillo de Hunedoara, una de las residencias del rey Matías Corvino. Su corte era una de las más brillantes de Europa y acogía a diversos humanistas: al advertir los restos, se comenzó a recoger las inscripciones y a transcribirlas. La obra de estos primeros eruditos forma parte de la historia general de la cultura, más que de la arqueología.De hecho los intereses anticuarios contribuyeron también a destruir los últimos restos de las ciudades romanas que poco a poco eran redescubiertas, ya que dieron lugar a expoliaciones masivas.El fenómeno aumentó entre el siglo XVIII y el XIXcuando los descubrimientos de Transilvania fueron a engrosar las colecciones imperiales de Viena, mientras en el Principado de Valaquia se formaban, según el modelo de la Europa occidental, las primeras colecciones aristocráticas.En Transilvania, la más importante era la del barón Brukenthal, primer núcleo del Museo de Sibiu.
Ferdinando Marsigli (1658 - 1730), un ingeniero militar de Bolonia, que recorrió Transilvania, Hungría y Valaquia con el ejército austriaco con el encargo de precisar los límites de las provincias anexionadas hacía poco al Imperio Austrohúngaro tras las guerras austro-turcas. Marsigli registró y dibujó todas las antigüedades que se encontró, compilando un mapa arqueológico del que salieron varias ediciones. Trabajo útil aún debido a los restos que fueron destruidos.
En 1843 fue fundado el Museo de Bucarest concebido no como pura colección de arte sino como recolección sistemática de material arqueológico.En la segunda mitad del siglo XIX comienzan las excavaciones en las ciudades de la Dacia meridional, realizadas por Grigore Tocilescu, cuyo nombre está vinculado a la publicación del monumento triunfal de Adamclisi en Dobruja.
Declarada zona de interés nacional y sustraída así de las rapiñas de los buscadores de las antigüedades, la Sarmizegetusa romana ha sido objeto de excavaciones sistemáticas a partir de 1924. Hay pocos vestigios, pero ha sido posible precisar más o menos su extensión. Fundada sobre terreno virgen, tenía una planta regular, casi cuadrada, y estaba amurallada. Posteriormente, se construyeron fuera de la ciudadela, un anfiteatro y algunos templos.
En el centro de la ciudad se han hallado el foro y un vasto edificio anexo, que una inscripción ha permitido identificar con la sede del colegio de los augustales, los sacerdotes municipales encargados del culto al emperador. El edifico es posterior al foro, que se remonta a la fundación de Sarmizegetusa.
En el lado sur del Foro una serie de tiendas fue transformada en una sala basilical, desde la que se accedía al complejo adyacente. El acceso principal a la sede de los augustales estaba en el lado opuesto y daba aun gran patio con un altar en el centro. De allí, a través de un pórtico, se pasaba a un segundo patio más pequeño, cuyo lado posterior estaba bordeado por un cuerpo de edificación con una fachada monumental de arcadas ciegas, que comunicaba con la sala basilical del foro y estaba subdividido en una serie de estancias; la central hacía de templo.
El complejo está inspirado en la arquitectura militar, ya que representa, en la distribución de los ambientes que gravitan sobre el patio interior, la planta típica del pretorio castrense. Por dimensiones y dignidad arquitectónica es el más notable de los identificados en la ciudad.


Limes



Restos del Muro de Adriano (limes britano) en el norte de Inglaterra


Se conocen como Limes (singular, en latín; plural: limites) los límites fronterizos del Imperio Romano (el término limes significa «límite», «frontera», en latín). En Europa se ubicaba a lo largo de los ríos Rin y Danubio, para aprovechar el empleo de estos caudalosos ríos como fronteras naturales y para completar esta frontera natural, los romanos construyeron grandes murallas fronterizas que se levantaron a partir de finales del siglo I en aquellas zonas que no se podían defender eficazmente de las cada vez más frecuentes invasiones bárbaras, aunque las defensas más importantes y más estructuradas son del siglo II. Cada cierta distancia, se unía una torre o cualquier otra fortificación a la muralla. Los limes solían atraer a los comerciantes, y las familias de los soldados se instalaban también en las cercanías, por lo que a la larga se convirtieron en núcleos de población romana (a pesar de estar expuestos a las incursiones extranjeras) y en centros de intercambio comercial y cultural entre latinos y bárbaros.





Reconstrucción en Alemania de una torre de vigilancia romana en el limes Germanicus.

Originalmente, la palabra limes designaba en latín a cualquier camino vigilado por patrullas fronterizas. Por ello, la palabra se usa para nombrar tanto auténticas murallas de piedra (provincia de Britania) como cadenas de fuertes de madera o piedra a cierta distancia unos de otros. Este último modelo era el imperante en la vasta y peligrosa frontera germana, en aquellos lugares donde no se podían emplear los grandes ríos como frontera. Con el tiempo, los propios romanos llegaron a contratar a las tribus germánicas como soldados para resguardar el limes.
Los principales limes fortificados durante el Imperio fueron los siguientes:
Muro de Adriano, Muro de Antonino y Muro de Septimio Severo en Britania.
Limes del Rin en Germania, siguiendo el curso del río hasta las estribaciones de los Alpes. El Castillo de Saalberg (montaña de sal), al norte de Fráncfort, formaba parte del limes romano en una especie de provincia romana que penetraba hacia el este del Rin, con el fin de obtener sal en unos yacimientos cercanos del macizo del Taunus, en el Estado de Hesse. Varios castillos construidos por los romanos en esta zona aprovechan esta especie de cordillera o más bien, macizo, para penetrar hacia el este allende el Rin.
Limes danubiano, en algunos tramos al norte del Danubio a su paso por Dacia y Panonia, que eran provincias del Imperio Romano.
Limes africano, separando el África romana de los territorios controlados por tribus bereberes en el Sáhara y la cordillera del Atlas.
Limes arábigo-palestino, separando el territorio romano del desierto de Arabia, consistente en una cadena de fuertes construidos en los puntos de aguada, comunicado por una densa red de vías, para defender de las incursiones de los nómadas del desierto y proteger la llegada de las caravanas.
Limes oriental: apoyado en el curso del Eufrates, separando las provincias Siria y Capadocia del Imperio Parto y, más tarde, del Imperio Sasánida, formado por una cadena de ciudades y puestos fortificados controlando los puntos de aguada y los vados del río, con las fortalezas legionarias a retaguardia, a unos tres-cinco días de marcha.

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